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La Carbonería y el Master Plan de Infiltración dentro de la Iglesia

 

 

En un documento masónico del Siglo XIX y redactado por la Carbonería, se escribieron bajo el título “L'istruzione permanente dell'Alta Vendita” los planes para infiltrarse lentamente en la Iglesia y corromperla. Dicho documento cayó en manos del papa Gregorio XVI, que de inmediato mandó a publicarlo para alertar a los cristianos católicos sobre los nefastos planes de la masonería.

 

Este documento, según se ha publicado textualmente, presentaba estos pasos de entre muchos:

 

“El Papa, sea quien sea, no llegará jamás a ingresar en la sociedad secreta. La sociedad secreta tiene el deber de dar el primer paso hacia la Iglesia, con miras a conquistar a ambos.”

 

“La labor que nos disponemos a emprender no se puede realizar en un día, un mes o un año. Podría durar muchos años, quizás un siglo. Entre nuestras filas los soldados mueren, pero la batalla sigue adelante.”

 

“No queremos atraer al Papa a nuestra causa, ni hacerlo adepto a nuestros principios o propagandista de nuestro ideario. Sería un sueño absurdo; y si en el caso de los prelados y cardenales, por iniciativa propia o sorpresivamente, llegasen a conocer parte de nuestros secretos, sería motivo suficiente para no hacer deseable su elección al solio pontificio. Tal elección supondría nuestra ruina. La sola ambición lo llevaría a la apostasía, y para obtener el poder se vería obligado a sacrificarse. A lo que debemos aspirar, lo que debemos pedir y esperar como los judíos a su mesías, es un papa que nos sea útil.”

 

“De esa forma podremos emprender un camino triunfal en el asalto a la Iglesia mucho más que por medio de los escritos de nuestros hermanos o que con el oro inglés. ¿Sabéis por qué? Porque para destruir la poderosa roca sobre la que Dios ha edificado su Iglesia ya no tenemos necesidad del vinagre de Aníbal, de la pólvora ni de nuestros ejércitos. Es preciso meter en el complot la mano del sucesor de Pedro, y esa mano es tan valiosa para esta cruzada como la de todos los Inocentes, Urbanos o San Bernardos de la cristiandad.”

 

“No tenemos la menor duda de que nuestros esfuerzos se verán coronados por el éxito y alcanzaremos ese fin. ¿Cuándo? ¿Cómo? Todavía no nos es dado saberlo. A pesar de ello, como nada ni nadie debe apartarse del plan que se ha trazado tan meticulosamente, y como todos deberán empeñarse en su realización como si ya a partir de mañana se pudiera realizar la labor que ahora esbozamos, queremos dar en estas instrucciones --que serán secretas para los iniciados novicios-- consejos para los oficiales a cargo de la Venta Suprema, los cuales deberán inculcarlos a todos sus hermanos, en forma de instrucción o memorando.”

 

“Ahora bien, para tener un papa acorde con nuestras necesidades, es necesario formarlo primero. [...] Para ese Papa, se moldea una generación digna del reino que soñamos. Dejemos pasar a los ancianos y los adultos. Empecemos a partir de los jóvenes y, de ser posible, hasta por los niños. [...] Sin esfuerzo nos ganaremos la reputación de buenos católicos y grandes patriotas.”

 

“Esa reputación difundirá nuestra doctrina entre los sacerdotes jóvenes, e incluso en los monasterios. En pocos años, será inevitable que ese clero nuevo y joven llegue a ocupar todos los cargos, forme el consejo reinante y se lo llame a elegir el Pontífice que deberá regir la Iglesia. Y como muchos de sus contemporáneos, ese pontífice estará forzosamente empapado de los principios patrióticos y humanitarios que comenzamos a poner en circulación. Es una diminuta semilla de mostaza que estamos sembrando. Mas el amanecer de la justicia nos conducirá a los más elevados poderes, y veréis la cosecha tan copiosa que habrá producido tan pequeña semilla.”

 

“A lo largo del camino que estamos trazando para los nuestros será necesario superar numerosos obstáculos y dificultades, pero triunfaremos gracias a la experiencia y la perspicacia. Mas el destino es tan espléndido que se hace necesario desplegar todas las velas para llegar. Si queréis revolucionar Italia, observad atentamente al Papa que acabamos de describir. Si queréis fundar el reino de los elegidos sobre el trono de la prostituta de Babilonia, hacedlo de modo que el clero marche tras vuestra bandera creyendo que sigue la de la fe apostólica. Si queréis hacer desaparecer el último vestigio de tiranía y opresión, echad las redes como lo hacía Simón bar Joná. Echadlas en las sacristías, seminarios y monasterios en vez de en el mar. Y si no os apresuráis, os prometemos una pesca más milagrosa que la suya. El pescador de peces se vuelve pescador de hombres. Colocaréis a vuestros amigos en torno a la silla de San Pedro. Habréis predicado una revolución vestida con la tiara y la capa pluvial que marcha con la bandera de la cruz. Una revolución que basta con encender mínimamente para que estalle en un fuego que se extienda a todos los rincones de la Tierra.”

 

 

 

 

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